

En 1992 se produjo un hallazgo bibliográfico muy poco común: en las obras de rehabilitación de una casa centenaria de la localidad bajoextremeña de Barcarrota —Villanueva de Barcarrota, en su denominación antigua — apareció un atadijo de once libros que llevaba emparedado en un muro del piso alto (o doblao) desde el siglo XVI.